Con el mono

Se despertó a las 4 de la madrugada. Lo notaba, sentía sed, sentía angustia, sentía sus manos temblar. Tenía que echars un trago. Se vistió y se fue de su habitación abrazándose. ¿por qué demonios hacía tanto frío? Su instinto le pedía que bebese el alcohol que fuese, pero no podía hacerlo, se había quedado sin alcohol en la petaca y había vaciados las botellas... hace un par de días.

Cuando salió de la comisaría miró hacia a los lados, deseando que alguien le diese un trago o que llegase alguien que le hubiese calmado. Pero siguió andando, en el fondo agradecía que no fuese así, era bueno alejarse de ese lugar en su estado, estaba demasiado irascible.

Vacío, nadie pasaba a su alrededor. En su estado actual empezaba a escuchar voces, a captar olores inexistentes a oir murmullos en las sombras. Su instinto estaba afilado al máximo y reclamaba algo que lo calmase, el alcohol. La bestia estaba rugiendo y no se consideraba suficientemente fuerte aún como para domarla... domar a la fiera que él mismo liberó años atrás por un simple capricho y fue aumentado con cada trago.

Se alejaba de la comisaría, el bando sería el lugar más tranquilo. Allí, escondido entre mesas y papeles no sería encontrado podría pasar sin atacar a nadie buscándo algo de alcohol en él o activándo su poder de masnera involuntaria, cosa que ya estaba haciendo, mientras seguía luchándo consigo mismo por esperar a la luz del sol. Esperando que ella calmase sus sentidos.

Sacó un cigarrillo y lo encendió, el humo le quemaba los pulmones, no le dejaba oler y su cuerpo lo rechazaba, además de que hacía mucho tiempo que dejó de fumar. Por mucho que trataba de forzarse a fumar acabó lanzándolo al suelo. La petaca fue la segunda opción para tratar de calmar sus cada vez más fuertes temblores, pero esta seguía tan vacía de alcohol como antes, cayó al suelo tosiendo y dejándo caer la petaca. De sus ojos asomaron algunas lágrimas de rabia e impotencia. Recogió la petaca y continuó su marcha con pasos tambaleantes tratando de llegar al despacho del director.

Al fin vio la puerta del desapcho, lo veía cerca pero la distancia parecía no acortarse nunca. Paso a paso su necesidad aumentaba. Al final logró su objetivo, entró en el despacho.

Un poco más... Vamos Mike, sólo un poco más.

Se decía a si mismo buscando el cómodo sillón. La puso recta y se dejó caer en ella. Allí esubió las piernas al asiento se abrazó acabando en posición fetal. Fuertes temblores y la boca seca. Los ojos inyectados en sangre y algo en su interior que luchaba por salir.

Escuchó un ruído proveniente de dentro del despacho y su mano voló hasta la pistola, miró de reojo pero en seguida la reconoció. Soltó la pistola despacio mientras sus manos y su barbilla seguían temblando. No separó sus ojos de ella mientras se acercaba de rodillas, en cualquier otro momento verla acercándose así con sólo una sudadera puesta le hubiese parecido hasta sexy, pero en ese momento eso era en lo único que pensaba, si es que podía pensar en algo.

Asintió con la cabeza cuando le habló la primera vez como dándole permiso para que se acercase, cerrándo un momento los ojos para mantener sus poderes detrás de las maltrechas defensas de su mente. Y fue entonces cuando sintió el abrazo. Su respiración bajó levemente el ritmo y su corazón pareció bombear algo más despacio. Abrió los ojos despacio y giró la cabeza para mirar a la chica. Intentó sonreir pero no pudo, pero sí que pudo artícular alguna palabra.

"Gra... gracias"

Le devolvió el abrazo con una sola mano. Algunos dirían que tanto la forma de comportarse de él como la de ella no eran dignas de ser Tracker, pero lo que opinasen de él el resto del mundo poco o nada le importaba, de importarle la opinión de alguien sobre él sería lo que le dijese Engel. Apoyó la cabeza en el cuello de ella e inentó recordar dónde dejó alcohol. En la caja fuerte... la vació ayer. Maldita sea.

"¿Qué... que...?" Inspiró profundamente. Señaló la cama donde estaba la joven, ella no solía dormir allí sino en uno de los despachos de la comisaría "¿Qué haces aquí?"

Se dejó llevar por ella hasta la cama y se tumbó como el decía. Sin oponer ninguna resistencia a las mantas que le tapaban. Cerró los ojos apretándo levemente la mano de Engel, conseguía tranquilizarle su presencia. Respiraba algo más tranquilo pese a los temblores que aún tenía en todo su cuerpo mientras ella hablaba. Su cerebro estaba tan tocado que tardo varios minutos en entender el encriptado mensaje que ella le había dicho. Para cuando lo entendió ella ya estaba tarareandole. Abrió los ojos despacio. Con la mano libre le acarició la mejilla con el dorso de la mano consiguiendo una especie de sonrisa.

"Quizás un ángel no pueda hacerlo, quizás tenga que hacerlo un demonio"

Apartó las mantas de un fuerte manotazo, soltándo la de Engel y se levantó de la cama, se trastabilló y acabó chocándo con una pared para poder mantenerse de pie. Sacó su arma y le quitó el seguro. Entre temblores y fallos consiguió amartillar su arma. Miró a Engel y comenzó a caminar despacio, medio cayéndose en dirección a la salida del despacho, con la visión lgo borrosa. Normalmente no reaccionaría nunca así, pero en esos momentos matar a Valisën era un desahogo tan bueno como otro cualquiera, le ayudaba a mantener un pensamiento pdoeroso en la cabeza

El abrazo de Engel le frenó de seco, podría habersela quitado de encima con un empujón o usándo su poder, pero temía hacerlo con demasiado fuerza y lastimarla de verdad, así que lo único que hizo fue gruñir e intentar seguir avanzándo en vano. Al ser empujado se cayó a los colchones. No tenía fuerza suficiente fuerza como para apartarla a ella tampoco la tendría fuerza como para matar a Valisen. El grave problema era que eso sacó la idea fija de la mente de Mike y eso volvió a llenarle de una nueva ira.

"Así que entraste para ser una puta. Y entras en mi habitación para que no te folle otro ¿verdad?"

En ese momento se desahogaba con la primera persona que se cruzaba por su camino, y en este caso era Engel. Con fuerza casi desmedida se tumbó encima de ella y la besó con fuerza y violencia nada típicas en la relación con ella. Un rayo de lucidez cruzó su mente y se quedó mirándole a los ojos. Se miró a si mismo cogiéndole los brazos encima de ella y besándole. La soltó y se quedó de espaldas a ella con cara a la pared.

"Lo más seguro es que te vayas..."

La miró con los ojos inyectados en sangre y juntó su frente con la de ella. Sonriéndole suavemente ante las palabras que le dijo. No debió decirle lo que le había dicho. Ni siquiera lo pensaba realmente sino que fue la fustración la que hablaba por su boca. Sentía de verdad el haberlo dicho, quizás a cualquier otro le hubiese dado lo mismo. Había soltado bestialidades como aquella a más de uno y había acabado peleándose con él y asustándolo sin disculparse nunca. Con la garganta reseca le dijo a la chica.

"Lo... lo siento"

Dijo con los labios resecos mirándole a los ojos. Se pudieron oir un ruido seguido de otro que venían de los zapatos de Mike, que acababa de quitarselos. Con una mano temblorosa se quitó la pistola de dentro de la chaqueta. Intentado concentrarse pasó el cañón por la mejilla de la joven, sin acordarse de que tenía quitado el seguro, y la dejó encima del colchón.

"Acercate..."

Le pidió juntándo su cuerpo con el de ella, gracias a su calor los temblores estaban calmándose. La abrazó sin dejar de mirarle a los ojos. Pese a todo lo que había ocurrido y a su actual estado seguía siendo un hombre y Engel era una mujer preciosa. Su mente no estaba como para pensar que el sueño de una mujer no es pegar un polvo con un borracho con el mono después de que hayan abusado de ella. Mike le besó la frente mientras su mano se colaba debajo de su camiseta para acariciarle la espalda. Poco a poco el sueño también le dominaba y ni él mismo sabía qué acabaría ganando.

Sonrió un poco y comenzó a temblar, solo que estos temblores eran diferentes, nacieron en la barriga y poco a poco subieron al pecho al tiempo que se le escuchaba reirse un poco, una pequeña carcajada. Suspiró mirándole a los ojos con una mirada mezclada entre cansancio, mono y excitación bastante extraña.

"¿Y por qué demonios no me la pides tú a mí?"

Dijo riéndose un poco más por la confesión de que le rondaría hasta que adivinase que estaba buscándo algo con él. Acarició con el dedo indice las heridas de la espalda de Engel mirándole a los ojos. Con la pierna notó como la sudadera ancha de la chica era lo único que esta tenía encima, así que cuando la levantó para acariciarle la espalda dejó mucho a la vista. Esto le excitó más y continuó subiendo la mano hasta que se deshizo de la prenda.

"Eres preciosa"

Dijo con voz temblorosa entre jadeos. Se quitó la chaqueta y la camiseta acercándose mucho a ella y besándola con suavidad, solo que esta vez sintió su lengua con la suya profundizándo más ese beso. Sintió sus pechos en su cuerpo desnudo. Se separó del beso y dejó la mano de la joven en su pantalón. Se apoyó en su brazo mirándola y poco a poco cerró sus ojos.

Disfrutó esos labios con los suyos y apartó la cabeza para dejarle su cuello libre para que ella actuase con total libertad mientras se dejaba hacer por ella. El cansancio, su estado actual y las pocas fuerzas que le quedaban le impedían hacer mucho más que dejarse hacer por ella, que parecía con más fuerza que él. Gimió suavemente de forma ronca por las caricias de Engel. En realidad él quería decir que por qué no se lo pediría si las cosas fuesen como antes. Pero no repitió la pregunta.

Tragó saliba cuando le quitó el pantalón y ella volvió a subir a su altura. Poco a poco la guió para que acabase tumbada encima de él. Sus labios se encontraron con los de ella de nuevo sintiéndolos de nuevo y sacándo un poco la lengua para sentir sus labios con ella. Gracias a la saliba de Engel sus resecos labios iban cogiéndo humedad.

Sus manos recorieron sus piernas con delicadeza, sintiendola en toda su extensión con las palmas de las manos. Siguió subiendo hasta los hombros para ir bajándo entonces despacio, acariciándo sólamente con la punta de los dedos hasta llegar hasta el trasero de la joven donde apoyó las dos manos encima de éste. La respiración de Mike se volvió más tranquila, más profunda, sus ojos cerrados. Sentía la calidez de los cuerpos juntos de ambos compartiéndolo en aquella extraña noche. Al final, las manos de Mike cayeron por los lados del cuerpo de Engel y su cabeza se giró quedándose dormido con una cara llena de paz